El próximo mes de noviembre se cumplirán tres décadas del lanzamiento de Windows 1.0. Mucho ha llovido desde entonces y han sido varias las versiones que han consolidado el papel de la empresa de Redmond en la historia de la tecnología. Y sin embargo puede que ninguna de ellas sea tan relevante como Windows 10: sin lugar a dudas el sistema operativo más ambicioso e importante de la historia de Microsoft.
Eso hace particularmente delicado hacer un análisis de una plataforma de la que por el momento solo tenemos uno de sus componentes. Windows 10 ya no es un sistema operativo solo para PCs y portátiles: abarca tablets, convertibles, smartphones o consolas, entre otros. Este análisis afronta solo parte de esa ambiciosa idea de un Windows para todos, y lo que hemos visto, con sus luces y sus sombras, nos ha gustado. Mucho.
Ya lo adelantábamos en ese análisis preliminar de Windows 10 basado en la experiencia con las ediciones Technical Preview, y lo confirmamos en este análisis final basado en la versión calificada oficiosamente como RTM. Llevamos trabajando con la Build 10240 desde que apareció, y en ella se asientan todos los conceptos que Microsoft ha querido transmitir con este proyecto. Algunos de ellos están más pulidos y otros tienen aún margen de mejora, pero el enfoque de la empresa es claro: Windows 10 será un sistema operativo en constante evolución. Conozcámoslo de cerca.
Un poco de historia
A Microsoft no le ha ido demasiado bien con Windows 8. Al menos, no desde el punto de vista económico y de cuota de mercado. No se conoce el número de licencias vendidas a día de hoy, pero en febrero de 2014 se indicó que la cifra había superado los 200 millones de licencias, a los que habría que sumar los 60 millones de licencias vendidas desde el pasado mes de octubre según informaban en Bloomberg. No parece por tanto que la cifra haya superado en total los 300 millones de licencias: nada desdeñable, pero no la que probablemente esperaban en Microsoft ante un desarrollo tan valiente.
Los problemas para convencer a los usuarios de las ventajas de Windows 8 fueron patentes desde el principio, y muchos fabricantes tuvieron que recurrir a programas en los que era posible instalar Windows 7 para vender sus equipos de sobremesa y portátiles. Microsoft acabaría tomando la decisión de "regalar" a los fabricantes la licencia de Windows 8 en equipos por debajo de las 9 pulgadas, pero esa medida no parece haber tenido impacto real en la cuota de mercado de este sistema operativo.
Los últimos datos tanto de NetApplications como de Statcounter lo demuestran: en la primera se indica que Windows 8 y Windows 8.1 suman un 14,35% de cuota global, por un 58,2% de Windows 7 y -lo que es irónico y preocupante- un 16,46% de Windows XP. En Statcounter apuntan a que Windows 8 y Windows 8.1 suman un 15,92%, mientras que Windows 7 llega al 48,49% y Windows XP tiene un 11,6%.
Esa realidad fue la que probablemente hizo que Microsoft acabara tomando algunas decisiones clave para recuperar al usuario tradicional. La empresa había despistado a esos usuarios con un enfoque claramente orientado al uso de una interfaz táctil: los dispositivos móviles y sobre todo las tabletas convertibles -o portátiles convertibles- querían convertirse en el nuevo centro de la experiencia de usuario. Pero los clientes no estaban convencidos, y eso se notó en una aceptación y una popularidad discretas.
Así fue como en la Microsoft Worldwide Partner Conference de 2011 uno de los directivos de Microsoft, Andrew Lees, anunció que la empresa debía tener un único ecosistema para todas las plataformas. Aquello pareció quedar en un proyecto a largo plazo, pero en diciembre de 2013 comenzamos a oír hablar de Treshold, una singular revisión de Windows en la que el concepto de plataforma unificada para todos los tipos de dispositivos empezaba a tomar forma. Por entonces algunos comenzaron a llamar a ese futuro sistema operativo "Windows 9".
La reconciliación de Microsoft con el ratón y el teclado se mostró en la conferencia BUILD de abril de 2014. Allí Terry Myerson mostró una edición de Windows 8.1 que por primera vez apuntaba a la recuperación del menú de inicio clásico, pero en versión supervitaminada: las baldosas animadas hacían acto de presencia y combinaban el concepto original con la nueva interfaz que Microsoft propuso en Windows 8.
Las cosas siguieron avanzando y parecía claro que la intención de Microsoft era la de recuperar al usuario tradicional del escritorio de Windows. Ese que usaba ratón y teclado y que estaba encantado con estos dos periféricos. Aparecieron las primeras capturas filtradas del nuevo menú de inicio de Windows 9, y todo se confirmaría en septiembre de 2014.
Microsoft anunciaría ese 30 de septiembre de 2014 su nuevo Windows 10, un sistema operativo con un número de versión mucho más redonda que ya auguraba la relevancia de esta edición. Allí Microsoft demostraba querer renovar esa apuesta por el escritorio clásico, pero sobre todo dejaba claro que este se convertiría en el sistema universal para todo tipo de plataformas. Con el lema "Una línea de productos. Una plataforma. Una tienda" Microsoft demostraba que quería avanzar en una única y ambiciosa dirección: la de la convergencia.
Ese anuncio coincidiría con el inicio del programa Windows Insider, que permitía acceder a las versiones preliminares del sistema operativo. Las llamadas Windows 10 Technical Preview se han ido sucediendo a lo largo de los distintos meses, y como y veíamos en nuestro repaso a esa experiencia con las ediciones previas de Windows 10, muchos han sido los ámbitos en los que ha ido mejorando este sistema operativo. En enero de 2015 se nos presentaban las novedades más importantes que ya estaban disponibles en esas ediciones previas, y sobre todo se aclaraban los detalles sobre las actualizaciones gratuitas, la llegada de un nuevo navegador y la relevancia de Cortana y de la simbiosis con la Xbox One. Parecía que el sistema llegaría a tiempo para ofrecer todas sus opciones perfectamente pulidas, pero no sería así.
Windows 10 no está completo en el día de su lanzamiento. Probablemente no lo esté nunca, porque la concepción de esta edición es muy distinta a las anteriores: el sistema se actualizará constantemente, no como hasta ahora en forma de grandes Service Pack o de grandes conjuntos de actualizaciones que aparecían cada cierto tiempo. Cambia el ritmo, cambia la filosofía, y cambia el modelo de licencias: puede que Microsoft siga vendiendo cajas de Windows 10, pero ya se habla del modelo WaaS (Windows as a Service) como el adoptado por Microsoft para vender y distribuir este desarrollo.
Y ahora hablemos de Windows 10 en profundidad. ¿Qué tal empezar con una review en vídeo completa del nuevo sistema operativo?
Una oda al menú de inicio
La instalación de Windows 10 es prácticamente idéntica a la de Windows 8, y como en otros muchos apartados Microsoft ha tenido el acierto de no tocar lo que funciona. Una vez nos aseguramos de que cumplimos los requisitos mínimos antes especificados podremos proceder a esa instalación, que no tarda demasiado en completarse, pero como siempre dependerá de nuestra configuración hardware: por ejemplo, en equipos con unidades SSD y con procesadores algo más potentes esos tiempos se reducirán.
En nuestro caso el proceso para llegar a la compilación (Build) 10240 ha sido el que han seguido otros muchos miembros del programa Windows Insider: instalamos la versión inicial del sistema y fuimos actualizándola hasta llegar a esta última compilación. Ese proceso ha sido algo engorroso y más pesado que la tradicional aplicación de actualizaciones: las nuevas compilaciones, aun estar automatizadas completamente, imponían una serie de reinicios y de preparación del sistema que a menudo llevaban más o menos el tiempo que la instalación original. No es probable que una vez llegados a este punto esa sea la tónica normal, sobre todo cuando la filosofía de Microsoft con Windows 10 será la de ofrecer actualizaciones de forma mucho más frecuente.
El proceso de instalación se completa con la preparación del escritorio y de algunos de nuestros programas, tras lo cual nos encontraremos al fin ante el ansiado escritorio de Windows 10. Eso sí: antes tendremos la pantalla de bloqueo -con una imagen que podremos personalizar- y tras ella la pantalla de inicio de sesión (¿por qué no unir las dos en una? Misterio) que también podremos personalizar con aplicaciones de terceras partes.
Y por fin, el escritorio. Y no un escritorio cualquiera, no: el escritorio clásico aderezado con una serie de mejoras importantes. La interfaz Metro (Modern UI) que dominaba la experiencia de Windows 8 (y un poco menos la de Windows 8.1) desaparece casi totalmente en esta edición de Windows. Microsoft la rescata para algunos apartados, pero está claro que ha aprendido la lección: Windows 10 es desde el primer instante un sistema operativo con el que usuario de Windows de toda la vida se sentirá muy a gusto.
A ello contribuye en primer lugar el menú de inicio tradicional, del que hemos hablado largo y tendido y que vuelve con un formato muy interesante. El logotipo de Windows que de nuevo sirve para acceder a documentos y programas recientes y favoritos abandona esa modalidad de pantalla completa que nos brindaba Windows 8 y se ajusta a un tamaño mucho más reducido -no llega a una cuarta parte de la pantalla, aunque aquí es posible crecer- que lo hace más "manejable" con el ratón y el teclado.
En este nuevo menú de inicio cobran especial protagonismo las baldosas animadas, herencia clara de Windows 8 y testigos de que la interfaz Metro no está ni mucho menos abandonada. El concepto de baldosas seguirá siendo crítico en smartphones y tablets, como también lo es en la consola Xbox One. Aquí Microsoft ha sabido adaptar cada experiencia para cada dispositivo, pero sin obligar a los usuarios a conformarse con una u otra, algo que habla muy bien de la evolución de la ambiciosa y valiente propuesta que la empresa ofreció con Windows 8.
Podremos cambiar el comportamiento de este menú en la Configuración de Windows 10, y podremos hacer que ese menú ocupe toda la pantalla en lugar de una porción de ella, algo que puede interesar a cierto tipo de usuarios. Por ejemplo, los que trabajen mucho con tablets convertibles y usen más el entorno táctil que el entorno ratón/teclado, aunque para este tipo de usuarios es para el que la tecnología Continuum -de la que hablaremos más adelante- es especialmente prometedora.
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